25 de febrero de 2009

Juan




Juan

Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.
Juan Gelman, de “El juego en que andamos”.




la despiadada intemperie de esta ausencia prolongada
la constante presencia de tu ausencia
Juan siente de estas cosas
él es un presente con el alma arrancada a retazos
y devuelta por partes
nunca entera
Juan sabe de ese dolor que cuenta la historia
-sin saberlo sin decirlo
él es ese dolor porque lo escribe-
pero Juan ama
aprendió a reconocer la tumba sin nombre
el nombre sin tumba
su ausencia de alma ese nombre mudo
ese arrullo de niño que duele hasta los huesos
que rasguña el alma hasta siempre hasta después de siempre
Juan sabe de esto
de esas palabras que nacen y arden y siguen naciendo todo el tiempo
para contar las voces que otros quisieron apagar
por eso Juan no usa comas ni puntos ni mayúsculas
el dolor hay que contarlo entero como venga
y siempre el grito la rabia el desamor la vergüenza
nos llegan de a retazos
desordenados
y sin reglas de sintaxis.
A Juan Gelman, por la palabra, siempre

Nati.-

12 de febrero de 2009

Serie I



I
Hoy quisiera tocarte.
Arderte de noche
y mirarte los silencios
y las espinas.
Sólo esta noche
de madrugada y sin luces
quisiera que seas batalla ganada.
Porque sólo hoy y sin apuros
entrego el alma
por transpirarte.

II
Me zambullo en la maldición
irreversible de las máscaras.
Concurro a esta sangrienta llamada de tambores
hacia el mar
tan cerca de ser libre
tan pedazo de mi sangre
Te regalo cada cielo que se llueve
y algunos tangos
-de esos que arden-
Me ahogo en mi propia piel
por esto de quererte...
Pequeña vergüenza de mi carne
Silencioso orgullo de mis sábanas

III
Hallé un mar de sales
a la orilla de mis pasos.
Me detuve a contemplar el nácar
que horadaba tanto suelo.
Vi violetas arroyos gentes.
Supe con certeza, en un instante,
que me encontraba sola.
Éramos la sal y yo
lentamente
haciendo mares...

IV
Miro toda esta ausencia que me rodea
todas estas feroces máscaras
que buscan la cara que no tengo
la que perdí esa noche cuando me dejaste
tan insaciablemente sola.
Recorro toda esta cantidad de ausencia
que me ocupa el cuerpo
y me río de la brevedad de tus sonrisas
y del fascinante resplandor de tus pupilas.
Soy feliz.
Lo sentencio. Lo grito. Lo aseguro.
Por esto de transportar ausencia,
por este solsticio y esta lluvia y mañana de noche para querer.
Feliz de seguir siendo
aunque duela un poco
lo que siempre he sido.


Suplicios
Me convenzo de que existo
más allá de estos fracasos.
De la noche grisácea y de los sueños sin tiempo.
A veces creo que podría vivir en un rasgueo
en la curva de la nostalgia
o simplemente sin mi.
Puro aire.
Sublime espesura.
Y me sorprendo por esta necesidad de cuerpo.
De querer oler el libro viejo
o tocar madera joven.
Observo este dulce suplicio
en el intento de conciliar
las alas y el suelo.

(Los dos primeros publicados en Revista La Chancleta, Nº 4)
Imagen: Stencil callejero. Autor: Dolk