25 de abril de 2010

Suzie Q.



Hace unos días, por primera vez en mi vida, escuché música en un Wincofon (o tocadiscos). Jamás había experimentado ese sonido. Fue increíble. Una maravilla, es poco. Comprendí la fascinación que deberían haber sentido mis viejos cuando de pendejos les regalaron uno.

La música escuchada a través de ese aparato es asombrosamente diferente. Nosotros jamás sentimos algo similar. Todo es nuevo y viejo al mismo tiempo en estos días que corren. Estamos acostumbrados a los sonidos “limpios”. Los de un cd o un mp3 (que es el mejor invento en mucho tiempo, valga la aclaración).

En cambio un disco de pasta tiene ese sonido atrás, como a pisar hojas secas. Un no sé qué. Como cuando alguien llama por teléfono y está bien lejos. O escuchar una radio AM, de fondo, mientras se hacen otras cosas. A todo eso junto suena. Y a otras cosas más, pero inexplicables en palabras.
Y experimenté lo obvio cuando se descubre algo: la piel de gallina. La certeza de que me quedaría horas y horas escuchando discos de pasta. Después la memoria. Ésta, la mía, tan detallada.
Muchas personas tienen una asombrosa tendencia a enrarecerse cuando escuchan música. No cualquier música, la que los llena. La que los invade. Y los hace destinatarios absolutos de aquello que escuchan.
Mi viejo solía tener muchos discos de pasta cuando era joven. Para cuando yo nací le quedaban algunos pocos. Había perdido discos que amaba, como los de Quilapayún, Los Olimareños y las cantatas de Montoneros. Sí, mi viejo era bien peronista (creo que lo sigue siendo, pero de otra forma).
Entre los pocos discos de pasta que le quedaban estaba uno del pelele de Palito Ortega. Y uno de Creedence. Un día, no sé cómo, ni cuándo, mi viejo agarró ese disco, se lo llevó a alguien y trajo la grabación en casete. Hacía poco, para mi cumpleaños de 12 creo, me habían regalado el primer radiograbador de la casa.
Bailamos Suzie Q con mi viejo. Y Have You Ever Seen The Rain. Cada tanto poníamos el casete después de comer a la noche. Como una improvisada actividad familiar. Y solíamos bailar y cantar esas canciones.
Es rarísimo acordarme de estas cosas -quizás es por esa última canción que amo tanto la lluvia, la bailaba con mi viejo-. Pero el único nombre de una canción de Creedence que realmente me acordaba, y siempre lo hice, fue Suzie Q.
Esas fueron mis primeras lecciones de rock. Rock en inglés. El rock viejo que se baila tan lindo.
Nunca supe por qué eligió grabar ese disco de pasta. Ahora que pienso tendría que agradecerle al viejo por haber elegido a Creedence y no a Palito Ortega. Pero había algo ahí. Esa música en especial es muy mi viejo. Y tenía la capacidad de enrarecerlo. Escuchaba Creedence y de repente era un pibe de nuevo. Le nacía toda esa historia que tiene antes de mis hermanos y yo. Esa historia de banderas. Tan terrible y hermosa. Y tan mía también, de alguna forma.
Son demasiados detalles. Resulta asombroso como unas pocas cosas, de gentes absolutamente diferentes, pueden revivir memorias que una ni imaginaba que andaba guardando. Un dibujo en grafito. El sonido a pisadas sobre hojas secas de un Winco.
En fin, sólo me maravillo por esta memoria que anda encontrando recovecos dónde nunca se imaginó.




4 comentarios:

Nati Gigliotti dijo...

La historia es esta: El Rebo me dijo "¿Y si hacemos un post mixto?Yo te doy un dibujo y escribis, o viceversa", palabras más o palabras menos.

Esto fue lo que salió. Como le contaba a Rebo cuando se lo pasé (hace ya bastante), no me pude escapar de referirme a mi historia, a cosas particulares y concretas que me pasaron.

En fin, espero que les guste.

Y gorilas: abstenerse (es joda, maso).

Abrazos.
Na.-

moncho dijo...

Me fui a la carpeta que dice "Creedence", alli encontre el tema. Comenzo. Y continue la lectura de su escrito. Sabe que? Me baje de la camioneta que recorre las rutas cada vez que escucho Creedence y bailaba con usted y su padre... La beso

Rebo dijo...

Los discos de pasta son asi,a menos que esten en manos de un dj, pueden llegar a producir sensaciones muy raras,mucha cosa junta.Debe ser en parte porque somos una generación que vivió muchos cambios repentinos: pudimos escuchar el vinilo gracias a los viejos que todavia los conservaban,nacimos con el casette,los vendian vírgenes para que uno grabe de la radio o te enseñaban truquitos para poder grabar en casettes berretas (habia que poner bollos de papel en unos huequitos que tenian arriba),pasamos al cd que al principio separó mucho a las clases,salió el disc-man en el momento que todos teniamos cds y el que tenia el discman siempre era mangueado ya que todos tenian algun disco que querian escuchar en la vereda o yendo al centro;despues salió el mp3 y enseguida el mp4,que como bien decis,es el mejor invento en mucho tiempo (junto con internet,agrego,que te baja las discografías).
Por eso pensar el vinilo ahora nos debe parecer tan nostalgioso,porque lo vivimos con los viejos y porque en el medio parece que hubieran pasado mil años de avances sobre la música.
No se si tiene sentido lo que escribí,debe estar mal redactado,pero quería hacerte saber que pensé con tu texto y no te quería dejar una frase en base a dos palabras que vi en el,onda "que bueno creedence".Sentiende?.
Un abrazón Naty,nos vemos en la juntada esta en lo de la Paula.

Orozco dijo...

Qué lindo poder conectarse con la música, y qué raro a veces encontrarte con gente que se pueda conectar con esa misma música que a uno tanto lo invade (me gustó mucho esa expresión :P). Este no es el caso. Creedence no me gusta mucho. Quizá tenga que ver que no puedo relacionar ningún recuerdo con la banda hasta La Llave (sí escucharlos alguna vez al pasar, pero nada especial).
La música con la que sí puedo sentir que viajo, que me adentro en recuerdos, en sensaciones inigualables, es música que cuando llegó lo hizo en el momento justo, atacándome en un estado muy especial. Estaría buenísimo encontrar más gente que pudiera compartir ese sentimiento hacia esa música. Por lo pronto me contento con saber que no soy el único ni estoy loco por disfrutar de la música así como es, de sentarme a escuchar y flashear, tan sólo eso. Tanto en realidad.
Y respecto de ese sonido tan particular, no llegué a tus nivels de éxtasis, Nati, pero sí he sentido algo nostalgioso en casa de mi abuela conn algunos discos de los Beatles y alguno de música clásica (posta). Acá en casa mi vieja supo ponerlo a Sandro, así que no causó el mismo efecto.
Me acuerdo de una charla con Paroni, un profesor de cine, que se quejaba de una remasterización de discos de Jimi Hendrix. Que ese no era él. Era una farsa computarizada, una mentira de la actualidad. Que Jimi Hendrix era ese sonido viejo, análogo. Que cualquier otra cosa era parafernalia, un Steve Vai imitando. Y la verdad que me encanta ese ruidito a fritura de los discos viejos. Amo ese sonido imperfecto, que es parte del sentimiento. Claro que puedo disfrutar de nuevos trabajos, cuya génesis ocurrió con nuevos equipos y suena limpito, y fue pensado así (etc.). Pero hay obras que no son sino lo que pudieron ser en su tiempo. Y en estos casos, ese sonido es parte de la firma.
Como sea, linda reflexión la suya. Vamo' a escuchar Thee Silver Mt. Zion Memorial Orchestra & Tra-La-La Band. =D