Montevideo me miró.
Le sonreí. Y me sonrojé.
Montevideo tiene río. Y se ríe.
Calles viejas.
Chiquitos que todavía
como en una postal de hace 50 años
juegan a las canicas.
Montevideo es viejo.
Pero lo tiene a Artigas.
Y las ferias eternas de chucherías hermosas.
Y a Torres García.
Y a Eduardo.
Y al negro Rada.
Y al Pepe.
Un río de plata tiene Montevideo.
Una rambla que tardaría muchos soles en recorrer (y con gusto lo haría).
Pocos niños.
Montevideo linda.
Ciudad para irse a vivir, de viejos.
Cuando nos cansen los ruidos.
Y querramos mirar el río infinito.