Lo hermoso es que estos tipos que han muerto por nosotros
son nuestros. Hermoso y terrible, claro, pero hermoso. Y con nuestros muertos no se jode, porque aquí no se rinde nadie.
La Patria Grande va a andar renga por estos días. Estamos tristes. Pica una pena
profunda en el pecho. Una pena con la misma forma que cuando perdimos al Flaco.
¿Qué será que tiene esta Latinoamérica nuestra que hace que den la vida por
ella?
Dijeron que no había que llorarlo al Comandante. Pero la
verdad, es inevitable. Vamos a extrañarlo por peleón, por negro lindo, por
simpático, por líder, por imprescindible. Ayer, hoy, mañana, pasado, nos va a
doler el cuerpo porque tenemos que procesar la pena y comprenderlo en toda
su magnitud: se nos murió Chávez.
El mismo que mandó a la mierda el ALCA, y a
Bush, y al Rey de España. El que se abrazaba inmensamente con el Flaco y con
Cristina, y se cagaba de risa de los miserables, porque sabía que la historia
los va a juzgar, en algún momento. Construir el Socialismo del Siglo XXI era su
misión y su vida. Se le notaba en los ojos, lo veía en sus abrazos, en sus
manos, en su inmensa capacidad para decir "los amo" con acciones (me
late fuerte el corazón y me arden los ojos por esta pena enorme que lleva el
nombre del Comandante).
Nos queda eso. La inmensidad del hombre que reinventó la Patria Grande. Y
dijo las cosas que había que decir en el momento en el que había que decirlas.
Llorarlo es ahora. Mañana será tiempo de seguir construyendo nuestra
Latinoamérica democrática, unida y revolucionaria.
Por suerte, sabemos que habrá callecitas nuevas con los
nombres de nuestros muertos, que bien vivos están. Escuelas. Hospitales. Habrá
niños recién nacidos con sus nombres. No por el olvido, porque el pueblo no
olvida nunca a sus líderes y menos a sus sueños, sino para molestar desde
ahora y para siempre a todos los que celebran la muerte y se jactan de ser
civilizados, a los miserables, a los hipócritas y a los hijosdeputa.
Somos muy privilegiados. La historia de que en nuestra
América hubo un Chávez y un Fidel y un Néstor no nos la contó nadie… la estamos
viendo con nuestros propios ojos, la vivimos intempestivamente, con amor, cada
uno en su lugar, convencidos de que este es el camino. Y de que si en Venezuela
no hay una Revolución socialista, yo no entiendo qué carajo significan esas
palabras. Habrá, entonces, que ponerse a la altura de las circunstancias.
El Comandante, ahorita, debe andar gritando
"exprópielo" en el cielo de los libertadores. Sé, con el cuerpo, con
esta angustia que es mía y de millones, que no se va a apagar nunca la llama
chavista (algún día, me fundiré en un abrazo fraterno y profundo con el pueblo
venezolano, mientras tanto sólo tengo estas palabras).
¡Viva Chávez!
¡Viva Venezuela!
¡Viva la Revolución
bolivariana!