29 de agosto de 2013

Últimamente.

Últimamente no entiendo algunos silencios.
Ni las oscuridades ajenas. Ni las palabras que están demás.
Sólo sé que hay momentos donde se hace lo que se puede. Y otros momentos donde se es feliz.
Y de los primeros hay bastantes.

-quiero cantarte y que te rías, 
abrazarte el silencio tonto, 
llenarte de besos-

Últimamente dudo que sobre el tiempo. 
Y quiero alguna certeza. 
Algún indicio que diga que no nos vamos a morir mañana. Pero, claro, no hay nada de eso por ningún lado.
Más tarde me voy a reconciliar con la casualidad, lo eventual de la vida, sus complicaciones, sus hermosuras. Estoy cansada, hoy.

-quiero dormir en tu abrazo, 
que me espantes los males y los miedos, 
y que te extraño, te digo, hoy-

Últimamente me sorprende una necesidad desconocida. 
Contemplo este corazón, que pulsa desbocado algunas veces, y no lo entiendo. 
Hoy quiero darle pausa. Acariciarlo despacio, sanarlo de velocidades innecesarias. 

-quiero que estés sintiéndome,
porque te extraño, te digo, hoy- 

14 de agosto de 2013

Nora.

Cuando estoy por dormir, en ese umbral extraño entre la conciencia y el limbo, Nora me mira con sus hermosos faroles verdes. Me sonríe con una sonrisa que me abraza el alma. Y después me da la mano. Siempre me da la mano. Nora habita mis sueños desde hace casi diez años. La llevo en mi dedo índice, todos los días, en agradecimiento por su compañía, aunque no esté acá. Pienso que la Cruz del Sur, allá arriba, está habitada por los ojos de Nora. Los verdes ojos de la mujer más bella que conocí. Y que hoy extraño, infinitamente.



3 de agosto de 2013

Nudos.


No sé qué será de nosotros. A mí todavía me arden tus ojos cuando me dijeron te quiero la otra noche y me dejaron muda de amor; de palabras no, porque ante los nervios hablo y hablo y hablo. Todavía me arde el abrazo que dejaste enredado en la cama, y las ganas de hacernos nuditos los domingos y que no existan los relojes alarmas que atropellan el amor con la rutina. Tengo esta memoria gigante de la noche, toda la noche, que fue otro país entre tu cuerpo, cuando nos habitamos entre risas y sexo y vino y chocolates. Aún siento tu vocecita, fresca, anunciándome al oído la mañana nueva que se asomaba a la ventana. Es de noche todavía, te dije. Y pusiste la pava al fuego y me abrazaste con el cuerpo y la boca y esos ojos que me dejan temblando. Sí, dijiste, es de noche. Y bajamos, después, escalón por escalón, hasta el viento del lunes, a patear las horitas, vestidos y desanudados.



1 de agosto de 2013

Mujeres.

Tengo esta genealogía llena de mujeres hermosas. Me han hecho ellas, las mujeres del mundo. 
Han lavado mis manos, mi cara. Me han llenado de caricias y besos. Me han abrazado inmensamente, hasta el fondo del alma.
Soy gracias al amor de mi madre y mis abuelas.
Ellas son el principio de mi camino. Ellas, mi árbol. Y la paciencia del aquelarre que me nombra parte de una trama que cuenta historias de hijos y de tiempos que ya no son y de hombres que fueron. En esas esquinas en las que crezco, llenas de mujeres, hallo a los hombres que amo. 
Los hombres de este tiempo, que crecen conmigo. Mis hermanos y amigos. Y mis amores hermosos.


S/T - Andrea Lértora


Feliz día, Pacha.