27 de noviembre de 2013

Pedacitos II

Junté los pedacitos de esperanza
la cara vieja en el espejo
el mundo flaco y los ojos grises, que había olvidado que cargaba.
Tomó el tiempo necesario que lleva recordar. Recordar en minucioso detalle, abrir el cuero a pura memoria, a puro destajo.
Amarré al abismo el silencio parco
las pocas ganas de andar
algunos retratos que en realidad eran patadas al estómago.

La pena mía, que tiene forma de tango, me cantó al oído: ésta no soy yo.
y es agotador el ejercicio de andar doliendo lo que no fue. y la vida es demasiado breve para gastarla en heridas.

Tomó el tiempo justo que tarda sanar desde adentro, que siempre es un poco más difícil que otras cascaritas.

Junté los pedacitos, uno por uno. Junté los nombres, las caripelas de la desgracia, la intimidad, las charlas, los silencios, algunas frases revolú, los chocolates, la tensión de lo irresuelto, los egoísmos y las solidaridades, los silencios, el final a medias, los abrazos, el camino, un viaje, los silencios.
Ahí están, andando solos.

Yo ya no los llevo más conmigo.


Cálida muerte, de Rebo (http://reboperez.blogspot.com.ar/)


21 de noviembre de 2013

Los otros.

Hay gente a la que la vida le pasa por el costado. Es gente fácil de detectar.
Venga señor, señora, haga conmigo el ejercicio: sitúese en lugar público, cualquiera este sea. Si hay una actividad cultural, mejor. Mire con atención. Ábrase el pecho, señor, señora, y vea. Tienen poco brillo los que lustran poco su propia vida. Tienen nubarrones en los ojos. Una angustia que no pueden comprender. Una clase mierda. Una queja en la punta de la lengua. ¿Vió?

Después están los otros. Ay! Los otros. Los que caminan la vida a puro incendio. Y se enamoran. Uf. ¡Cómo! Se enamoran con los ojos, los abrazos, el sexo, la carcajada, la caricia, el vino compartido, la mesa servida, la música que entumece el corazón. Y las manos que construyen futuro. ¿Cómo no amar a los que brillan? ¿Cómo no querer navegarlos siempre? ¿Cómo no ser en ese tumulto hermoso de los otros? -que son yo, claro, siempre-

Ahí andan, amaneciendo el mundo de fuga en fuga, de beso en beso, de amor en amor. Hasta el fin de los tiempos.

Cine a Mano - Julieta Tabbush, Neuquén.

14 de noviembre de 2013

Sorpréndase.

Sorpréndase -dijo
Y abrió los ojos que en realidad eran la boca. No pidió permiso. Me navegó la garganta, el pecho, los riñones, los muslos, las rodillas, los deditos gordos de cada pie.

Vengo a decirle, señor, que recién lo conozco. Recién. No había mucho antes, y ahora todo es brillante y nuevo [primavera otravez] -dije

Y abrí la boca que en realidad eran los ojos y el abrazo. Hay muchas cosas que todavía no sé decir.  Y vengo de sobrevivir una nostalgia, y alguna que otra lágrima, y un abrazo que ya no es mío.
Pero acá estoy, jodida y radiante*, más lo segundo que lo primero -por suerte-.

Sorpréndase conmigo -eso quiero decir. Venga y sorpréndase conmigo.








* Mario Benedetti, dixit.

13 de noviembre de 2013

Estrépito.

La primavera no nace sino del despojo de todo lo viejo.
Luis Pescetti.

Había un montón de palabras gastadas, inservibles. Una bolsa llena de palabras muertas.
Hay que soltar -dijo. Y de repente la mujer se quedó sin paréntesis.
Y la niña sin paraguas. 

¿Dónde estaba la capa protectora? ¿El umbral mágico? ¿El conejo y la galera?

Hay, todavía, una noche detrás que asoma palabras nuevas.

Es un estrépito esta primavera -dijo. Y pensó que estrépito era una palabra brillante, como la noche que arde y la música hallada, que deja huella




6 de noviembre de 2013

Y nada más.

Qué lindo que es estar en la tierra
Onda Vaga

Pasa que venía salvándome de la vida.
y, como sucede con todo, varias cosas sacudieron los pies
alguien cacheteó la existencia
suspiré abajo del agua algún verso ajeno
bailamos enloquecidos una cumbia bonachona que me hizo llorar
sonaron los tambores
el estómago volcó sincericidios
y yo volqué futuro, decisiones, malabares, puteadas, primaveras, camas

En este rincón de acá,
señalo con el dedo acá, este sitio, el rincón abandonado, la esquina, un bar que no tengo, un árbol que todavía no encontré,
tengo ganas de no-estar.
Y ser [otravez] en el tumulto, en la marea, en el repique de algún tambor, en las victorias, en las plazas, en los vientres.

Pasa que venía salvándome de la vida.
Y ahora todo [todo] está silvándome al oído que sólo tengo una vida. Y nada más.