24 de septiembre de 2014

Alguito.

que no haya muchas cosas que decir
alguito para preguntar
ese abrazo
la primavera estallando acá adentro
y en tubocayenlamía
mañana a la tarde
o el sábado
cuando se abre el día
con las manos al sol
que estén los ojos esos
que miran
y ven
aunque no lo digan en voz alta
sonreir de tanta luz
y tanto abrazo
alguito para preguntar
que no haya muchas cosas que decir

22 de septiembre de 2014

Ojalá.

Ojalá vengas a abrazarme mañana a la tarde, tan lunes. Y me seques las lágrimas de hoy.
Es tan difícil a veces separarme de vos. Es tan difícil no saber lo que viene. Esto es más difícil de lo que pensaba.
Y te amo.
Y te elijo, contra todos los pronósticos y los horóscopos y las no-palabras y los pasados que son tan presentes. Te elijo.
Pero tengo miedo de esperarte siglos. De amarte siempre así, con un 'te quiero', con un 'nos vemos'. A medias.
Yo no sé si quiero eso. Yo no sé si puedo sólo eso. Y duele hasta el fondo, en ese rincón de adentro que aprieta cuando te extraño, el alma creo. El sitio donde estás adentro mío. Y no sé qué se hace con esto. Dónde se deja, para que no duela.
Ojalá vengas a besarme y a decirme que vos también tenés tus miedos. Y a quererme toda, con mis lágrimas a cuestas, los miedos, las carcajadas. Ojalá vengas con tu sonrisa enorme, a comerme el corazón.
Después una musiquita, el ruido del viento primaveral en la ventana, cerrar los ojos: esto es lo que es hoy. Mañana quién sabe. Mi responsabilidad es el presente, dijo un sabio. Y creo que tiene razón.
Ojalá nada.

Te abrazo hoy. Te entiendo hoy. Te quiero hoy.  

21 de septiembre de 2014

Primavera acá.

y yo, que no he visto nada entre mis manos,
he visto lo mío entre otras manos
que no existen




despunta el primer sol de la primavera en la ventana
y hallo como siempre mis papeles esparcidos en la mesa
y adivino que hay palabras que me llaman

sonrío un poco ante el desafío.
reescribo, repaso, reinvento adentro mío
las mil razones que son ninguna
por las que me vibra en la mano
una palabra o dos.

la tierra se enciende estos días
y andan estallando los lapachos

siempre la primavera es el remanso
que aclara el camino
y despeja la vista

es una suerte -pequeño latiguillo enrevesado-
tan suerte que arda el sol cada primavera
para llenarme de ganas de decir



Rebo




12 de septiembre de 2014

Tiempo.

¿Hablamos desde el tiempo nosotros? De eso que no vemos pero nos falta, nos determina, nos agota, nos enriquece, nos olvida.
Hablamos desde quién sabe dónde. Pero hablamos.
Suspiramos deseos. Como que llegue el fin de semana. Un feriado. Dejar de pagar el alquiler. Trabajar un solo turno -fíjense qué buena esclava-.
El tiempo pasa lento. No me llama. No me escribe. No me nada. No lo llamo, no le escribo, no le nada. Porque el orgullo, y blá. Porque el agotamiento, las ganas de sólo algunas cosas y nada más.
El tiempo pasa rápido. Diez o doce horas corridas de trabajo, un baño, una reunión amistosa, dos cervezas, un postre, la cama. Bendita cama.
¿En qué momento salir se convierte en un esfuerzo?
Revelarse contra la rutina a mitad de semana, tomarse el tiempo para charlar de minucias y de importancias. Beber alcohol de forma moderada, por las dudas. Malditas dudas que nos salvan del despido y la resaca.
Crecimos, no?
Salir es un esfuerzo después del día largo, pero también después de la larga semana.
Elijo una peli, comida humeante, vino, la cama-refugio-desayunador, buena compañía siempre, claro.
Eso antes que las luces, la música-estruendo, los tacos, el push up, la faja, los lentes de contacto, el tampón, la risa medio falsa, el espumante-asco. Igual, casi siempre mejor cualquier cosa antes que todo eso. Cierto es que hay tiempos en los que gusta, por supuesto. Pero ahora no.
Crecimos, cambiamos, variamos, qué sé yo.
Hoy es otra cosa. Unos candombes en una callecita a mediados de octubre. La carcajada de los amigos en una cena improvisada. Unos pies que tapan otros pies en el medio de una cama en el medio del invierno. Cheescake de frutos rojos. Proyectos nuevos y brillantes nacidos a la luz de un chat casi accidental. Abundantes copas de vino tinto, bueno y rico. Encuentros casuales. La luna que cada vez se parece más a la primavera.
El tiempo que nos junta a todos, en algún momento u otro.
Esto, estas cositas que digo, minucias e importancias.
Esto debe ser algo parecido a la adultez.  


De la serie ABANDONOS, de Gabi Rubi