Pasa que imagino futuros posibles. En realidad un futuro posible, con variaciones en su interior.
De tanto en tanto pienso que este futuro mío no tiene otra alternativa más que hacerse cuerpo. Por imaginarlo tan intensamente, colmado de detalles y colores en cada cuadro, en cada esquina. Repleto de gente, otros lugares, bocas distintas. Muchas buenas noches -y días-. Muchas personas que quiero (y llevo conmigo, arrejuntadas, acá adentro).
Un futuro que implica cosas nuevas. Muy nuevas. Diría que hasta necesarias. Como el café con leche esta mañana, el velador encendido a la una, este papel a medias, pero mío.
Pasa que creo que este es mi tiempo -como nunca pensé que creería-.
Y es, además, el único que tengo.