15 de febrero de 2011

Pedacitos II.

Pasa que imagino futuros posibles. En realidad un futuro posible, con variaciones en su interior.

De tanto en tanto pienso que este futuro mío no tiene otra alternativa más que hacerse cuerpo. Por imaginarlo tan intensamente, colmado de detalles y colores en cada cuadro, en cada esquina. Repleto de gente, otros lugares, bocas distintas. Muchas buenas noches -y días-. Muchas personas que quiero (y llevo conmigo, arrejuntadas, acá adentro).

Un futuro que implica cosas nuevas. Muy nuevas. Diría que hasta necesarias. Como el café con leche esta mañana, el velador encendido a la una, este papel a medias, pero mío.

Y me estremezco un poco. Porque si es cierto aquello de que lo que se desea con ganas debe cumplirse, hoy a esta hora, por desear tanto así, estoy nerviosa.

Pasa que creo que este es mi tiempo -como nunca pensé que creería-.

Y es, además, el único que tengo.



9 de febrero de 2011

Pedacitos.

Redefinir espacios
y tiempos
y algunas esquinas.
También mi pieza, cómo que no,
y la calle
y acá adentro.
Arrejuntar mis pedacitos, adornarlos,
quererlos
a mis trozos de espejos
a mis buenas máscaras.

Es hora de despojarse de las mierditas cotidianas que acechan,
las propias y las ajenas. Las tuyas, las mías y las vuestras.

Sonreir por lo que se nos cante la regalada gana,
aunque más no sea una pelotudez,
una razón pequeña
un gesto diminuto.

Ser feliz de pequeñas cosas.
Primero conmigo. Para después, ahí sí, con los otros.
Habitar y habitarme (cuestión no menor, y no tan fácil).

Delinear planes
metas
objetivos
para destrozarlos pasito a paso,
en el camino.

Sonreir.
Cerrar los ojos y sí, ay! que sí, que un, dos, tres, que sonreir.