26 de marzo de 2014

Concretamente.

a veces abro los ojos y ya es otoño.
hoy hace un otoño descomunal. se me arremolinó esta mañana en los ojos y me quiso dejar durmiendo, bajo el cielo nubladito y su abrazo fresco.
a veces el otoño es indicio del amor. y, claro, de las inseguridades y los miedos del amor. yo, por ejemplo, vengo descubriendo un corazón mío que no conocía. lo saco y lo contemplo, cada tanto, y me maravillo.
específicamente todo, pero todo todito aquello de lo que huí durante tanto tiempo, me anda pegando brutales cachetazos.
a veces me encuentro a mi misma sólo sintiendo, sin pensar. tengo este amor, voraz, que me anda comiendo por dentro, me despabila, despierto a las cuatro y treinta de la madrugada, sorprendida por la noche, por el repiqueteo de mi sangre que corre y que sueña y que vuela también, claro.
concretamente el nuevo vientito frío de este otoño hermoso y brutal me anda abriendo los ojos, me sacude las entrañas -y no de hambre precisamente-, le grita a mi subconsciente que estoy amando, con el cuerpo y el miedo y estas ganas de salir corriendo yayaya. pero no, no me voy a ningún lado. estoy cansada de salir corriendo.  
y a veces está bueno quedarse a sentir.

Y, viste como es





[encontré esto en carpetas guardadas hace mucho tiempo. la hojita dice, al pie, abril2013. pero es tan actual y tan de ahoritamismoacánomás, que saqué unas cosas y puse otras tantas. y ahora dice, al pie, marzo2014]

16 de marzo de 2014

Lili(ana).

Liliana va a estar protegiendo las puertas antes de entrar en la muerte, como lo hicieron todos los gatos del mundo, siempre. Antes de morir, hay un gato que vigila ese lugar y le huele las hendiduras. Está ahí para decirnos hasta pronto.
Liliana enloquece después de comer atún. Salta, corre, se alborota. Pasada la excitación se revuelca panza arriba, agotada.
Liliana duerme conmigo cuando estoy triste. Ella lo sabe. Me busca los pies y ahí se queda, latiendo suavecito, acompasando la tristeza.
Liliana revuelve la basura y deja la mugre esparcida. Tengo la sensación de que por dentro se mata de risa cuando lo hace. De hecho, Liliana era sólo Lili al principio, pero después de varias cagadas se ganó un nombre completo.
Una vez leí que los gatos son animales desamorados, que se irían con otra persona sin dudarlo, siempre que les den de comer. Pero Liliana se perdió una vez, dos días enteros, y volvió. Magullada y sucia. Volvió a su casa. Ese lugarcito en este rincón del mundo que tiene olores conocidos, y donde la acarician y la miman, a pesar de que tire la basura o a veces no use las piedritas.
Liliana, a veces, mira fijamente las paredes, los rincones donde en apariencia no hay nada. Sabemos que ve cosas que los humanos no llegamos a percibir. Las energías de otros, los fantasmas, el sonido.
Pocas mascotas he amado tanto. Lo cierto también es que pocas son tan hermosas como ella.

Y sé que Liliana va a estar ahí, cuando yo muera, dándome la bienvenida a lo desconocido.


1 de marzo de 2014

Amares.

a veces dudo de que la gente se ame. hay gente que me da la sensación de que llena huecos y huecos y huecos con un montón de boludeces que no sirven para nada. o que se creyeron eso de que venimos incompletos al mundo, como dijo lennon, y hay que encontrar la otra mitad. la mitad que nos llene, nos tape los huecos, nos haga felices. qué mierda de mundo que somos si no podemos ser completos y complejos, cada cual consigo mismo. igual, también pienso que yo soy parte de ese mismo mundo y que me tendría que callar un poco la boca. pero no tengo ganas, hoy.
a veces tengo la sensación de que esos huecos están porque hay un sentimiento solapado, inconsciente, de que dos no es suficiente, que no puede serlo nunca. y me agarra esta inseguridad y esta tristeza, la verdad, porque no sé si quiero algo más que eso: el abrazo compañero, ver el mundo, y no mucho más.
a veces, también, veo amores que me vuelan las pestañas. he visto pocos, tengo que ser honesta. pero cuando los veo, quiero abrazarlos, y contagiarme un poco de eso que tienen ahí adentro, en el medio del pecho, que los hace sonreír tanto. los envidio un poco, claro, porque andan brillando por la vida, tan hermosamente, tan libres de la mirada ajena. esta natalia mía, la oscura, a veces no los banca mucho. y esa misma natalia a veces siente que la miran todo el tiempo, y lo cierto es que no es nada lindo. una vez soñé que me sacaba ojitos que tenía incrustados en la piel. sí, así de horrible. pero después de sacármelos me sentaba en un balcón que ya no tengo a tomar una cerveza y mirar el cielo, la luna estaba enorme en ese sueño.
a veces, la mayoría de ellas, comprendo que el amor de los otros es incomprensible en realidad. porque yo soy yo, y amo de una forma, esta forma, y los otros son otros que aman a su manera. y eso me tranquiliza, me da la paz del mar, de cerrar los ojos y abrir el cuero al viento, y andar, seguir andando, que es lo único que vale el tiempo pequeño que tenemos en el mundo.

Afinando, de Turcios