31 de enero de 2011

Tormenta.


Cada quien y cada cual
en su respectivo hogar,
lugar,
o circunstancia,
debería salir
ya mismo,
ahorita
a mirar cómo llueve
con relámpagos,
con viento norte y oeste,
con ríos en las bocacalles,
truenos
basuritas que huyen
cosas rotas
y viejas que navegan en las esquinas

-las tormentas limpian la mierda de la ciudad
le sacan los calores
las malas ondas
los olores-

Por eso hay que salir a verlas
y bienvenirlas con reverencias
y ofrendas de plantas que necesitan riego.


Creo fervientemente que hay pocas cosas tan lindas como una tormenta de verano.
Dicho esto sólo queda echarse a dormir, escuchándola.


PD: ay!, tormenta hermosa, quedate.
Yo te presto mi balcón y mi jazmín -




Pintura: En la lluvia de verano, de Kai-Mai Olbri

23 de enero de 2011

Hoy.


[hoy
soy menos miope que ayer;

ayer era más yo que hoy

-rarezas de la naturaleza
que aturden un poco- ]

17 de enero de 2011

.fresco.


[el mundo se ha puesto fresco
¡tremenda bendición!,
¡hermosa herejía de verano!
el fresco que se ha puesto un mundo

¿lo ves ahí?
¿batallando la'calor sofocante?
¿el tan pleno sol que aturde?

tocalo. es fresco que se toca.
mostrale un dedo mojado al viento
tocalo.

-lo cierto es que quiero guardarlo entero
arrejuntarlo en toda mi casa
ventilar, limpiar, ventilar
entrar el balcón, sacudir, ventilar-

una alegría así de grande.
por eso es que ahí me voy,
a sortear el viento
y beberlo
durante todo el tiempo
que dure su caricia]


7 de enero de 2011

Venganza.

“…y que te enamores, tan locamente,
de una caja de hierro,
que no puedas dejar, ni por un solo instante,
de lamerle la cerradura”. 

Oliverio Girondo.

Que no puedas amar.

Que al estar llegando allí te tiemble el pulso. Te agarre pánico escénico.

Que te dé miedo ser vos mismo con alguien que no seas vos. Que te dé miedo ser vos mismo. Y que te lo preguntes “¿Fui yo mismo alguna vez con alguien o es todo una farsa enorme que me monto?”. Y que sepas que te montás a una farsa. Perdón, que montás una farsa.


Que no puedas decirlo, aunque lo pienses.

Que las palabras se te atrofien antes de salir.

Que de repente ignores cómo decir te quiero, o gracias, o perdón. O "no sé cómo decirlo".

Que te arda el pecho sin explicación alguna. Y no sea infarto.

Que seas consciente de que tu inferioridad intelectual no te permite estar conmigo. Ni con personas similares a mi. Y, sabiéndolo, salgas a gritarlo por toda la ciudad… “¡Soy inferior, soy inferior!”.


Que te digan que no. Y te acostumbres a eso.

Que llores a mares. Que te conviertas en un tipo llorón y quejoso. Un trapo sucio y viejo.

Que no te soporten. Y que tus amigos estén con vos por lástima. O por costumbre, que es peor.

Que tengas la lucidez suficiente como para odiarte. Aunque no puedas decirlo.

Que quieras formar la familia perfecta con la esposa perfecta con los hijos perfectos, un varón y una nena, con el perro (macho, por supuesto) perfecto. Y que la formes. Porque siempre el mediocre se conforma con la mediocridad.


Que te duela. Que sepas que esto es para vos. Y que te duela, corazón.