
El mundo pende de un hilo.
También las agujas que transpiran el tiempo que no pasa.
Y el alma, almita, liviano papelito sometido a gravedad,
levita en el do-re-mi que desparrama
una guitarra
bajo la noche.

El músico en las imágenes: Martín Soto, regalándonos melodías en el nocturno del domingo.
Texto: María Emilia Elizar
Fotografías: Paula Kindsvater
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