Esta necesidad de vos me delata.
Y la verdad es que no es raro.
Suelo amar a hombres maravillosos, pero ocupados o locos. Y me duele tanto.
Esta falta.
Esta ausencia de boca. De tu boca.
Necesito de tu abrazo, ahora. De tus manos que miman, de tu voz dulce diciendo mi nombre.
Pero no estás.
Y sin embargo yo sí estoy, acá, encontrándome con que te necesito, siendo que nunca te tuve antes.
Te haría el amor, intermitentemente, despacio, muchas veces.
Te nombraría cada tarde, como lo hago siempre, cada vez que el reloj marca las 5. Diría tu nombre de aire y entendería lo que me falta, esas pocas sílabas que me hablan de otra cosa, que no es esta soledad, ni esta mentira que me vendo a mí misma, cada día.
Por suerte existen estos momentos, donde puedo nombrarte y tocarte aunque no estés.
Por suerte sé consolarme. Tengo palabras y alas.
Sí. Por suerte todavía tengo todas estas palabras.
Pintura: Soledades, de Miguel Menassa
3 comentarios:
esa última frase... una pena como puñal en el corazón, querida mínima.
por lo menos hay palabras, y también abrazos. cuando se acaban las primeras, (y antes también) vienen bien los segundos.
por si le sirve, acá mesmito le dejo uno. :)
Me dejaste sin palabras. Hiciste, incluso que tu soledad sea un poco mía, y de este martes a las 3 de la tarde.
Me encantó, amiga!
Te quiero! muchisimos besos, linda.
Al final volvió a Cortázar pero a SU Cortázar.
Qué alarido se mandó Gigliotti...
Bisa.-
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