16 de junio de 2010

Soledades II

Me quedé temblando en tu último abrazo

Acá no estás vos


-me queda chico ese abrazo, me sobran los lados de la cama-


Soy este soliloquio de pequeñas faltas

De murallas

De caminos raros y hermosos.

De ausencias. Tantas y tantas ausencias.


Hoy sumo una más.

Sumo tu nombre tu voz tu abrazo a mi calvario de nostalgias. A mi soliloquio de rechazos.


Porque soy estas soledades. Siempre.

Siempre el espejo que me muestra el vacío.

Siempre el otoño que acaba temprano.


Siempre un nombre que me deslumbra (y se arrepiente).


Siempre un hombre que jamás quiere ser mío (cuando empieza a despuntar el invierno).

Que jamás quiere quedarse a la altura de estos ojos (cuando empieza a terminar el otoño).

Siempre yo.

Yo sola, otravez y comosiempre.


(Y hoy necesito trincheras amigas y cercanas)

2 comentarios:

la vecina dijo...

yo también otrevez comosiempre este otoño de pies fríos. no sabe cómo la comprendo. o no, en realidad tampoco sé si la comprendo. pero sí sé que la quiero mucho mucho, y que de este lado hay tiempo para mates y susanitas.

abrazo na!

Nito dijo...

Discrepo.
Resputuosamente, eh? Pero discrepo.
Usted no es ni soledades ni ausencias ni mucho menos un calvario (por Ganesh!)

Usted es un mar más allá de todo eso. Y el día que se descubra, las lejanías de los cobardes serán menos significativas para Usted que un simple par de pisadas en sus orillas infinitas...

Un abrazo.