Descubro mi corazón, inundado de un amor desconocido. ¿Cómo no me voy a sonreír por eso? Y después, te nombro. Y nos abrazamos en medio de la noche, en medio de la vereda, en medio de la cama. Se escurren al vacío todos los malditos misterios del amor. Se rompen por mentirosos. No hay ningún misterio. Es este sacudón en el estómago, el amor, este
rayo que te parte los huesos* sin violencia, pero violentamente. Esta tempestad suave de besos, de palabras, de miradas, de manos.
Te nombro. Quiero que nos salvemos juntos, esta noche, de todas las ausencias que tuvimos. Te nombro,
compañero, y me sonrío.
*Frase de Rayuela, Julio Cortázar.
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