Acá adentro
hay cosas podridas, que ya no pueden ser más. Y abrir las ventanas ya no es
suficiente.
Hay que
tirar la basura de adentro. Juntarla, todita, desmenuzarla, clasificarla. Y arrojarla
al río.
Lagrimear un poco por eso que fue y ya no es más.
Que la pena
recorra el cuerpo, un rato.
Que las
basuritas se hagan camalote y después, más adelante, espuma de mar.
Yo me
quiero quedar con el espacio vacío, lleno de nada, clarito como el agua, purificador.
Escuchar el
silencio de ese espacio mío, ver correr la soledad del momento.
Y esperar que llegue lo que sea que tenga que
llegar.El comienzo, de Virginia Palomeque. |
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