Subo las escaleras hasta mi casa. Mi casa que se encareció sobremanera en estos últimos meses. Mi casa pequeña. Pero mi casa. Donde tengo mis tazas y mi café y mis libros y mi música y mi mate, y puedo distribuir toditos mis papeles sobre la mesa en el orden exquisito que tienen en mi cabeza. Acá, en mi casa, soy feliz. Tengo esta lluvia y estos momentos para mí, y esta alegría del lugar propio, construido con todos los pedacitos de mi vida, todos los días.
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