no tuve que buscar a dios en ningún
lado, en lo que va del otoño
siempre me creí incapaz de sostenerlo
y no podría, además
lo infinito que no se puede ver me
horroriza un poco
suspiré poco en la penumbra, también
vi mi cara en otros ojos y acá estoy
no he muerto de vergüenza, todavía
y siento este calor que me funda el
día, aunque esté nublado y frío
no quiero buscar a dios, la verdad
me asusta la idea de estar alguna vez
tan desolada como para necesitarlo
y porque se me escapa lo construido
como infinito
por ficción
por inabarcable
por terrible
prefiero la alegría del hecho
consumado
del amor que arde putea y ama, en dosis
repartidas
prefiero la mano caliente que toca y
reparte
los ojos que miran y ven, ven hasta
adentro y adentro se quedan
prefiero el abrazo, latiendo
el cuerpo acomodado al otro cuerpo en
ese acto fundamental
siempre y cada vez más
prefiero el abrazo que salva
y confirma que no estamos solos
a pesar de los abismos, el tiempo/espacio, la
penumbra
y gracias a los besos, las palabras cotidianas, los otros que están, la caricia que habla
no estamos solos
aunque dios no exista.
El abrazo - Gustav Klimt |
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