Encandecen tus ojos.
La verdad no sé si se dice así,
pero me arden.
Como si quisiera arrancarte
los huesos
y mirarte.
Como si pudieras
abrirme las cenizas
hasta nunca
y mirarme.
No sé si confesarlo,
pero quisiera que me descubras
contemplando tu espalda, ardiéndote
-al borde de ese abismo que me mira, y es tu boca-.
Quisiera que me enseñes
a cargar con tus ojos.
Que te veas,
y me abras de vos
hasta los huesos.
La verdad no sé si se dice así,
pero me arden.
Como si quisiera arrancarte
los huesos
y mirarte.
Como si pudieras
abrirme las cenizas
hasta nunca
y mirarme.
No sé si confesarlo,
pero quisiera que me descubras
contemplando tu espalda, ardiéndote
-al borde de ese abismo que me mira, y es tu boca-.
Quisiera que me enseñes
a cargar con tus ojos.
Que te veas,
y me abras de vos
hasta los huesos.
M. C. Escher. |
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