Te me metiste entre los párpados.
Andás revoloteando, violentamente, en mi cabeza.
No te quiero ahí, es la pura verdad.
-aunque me encante simular que no te miro-
Quiero otra cosa.
Una palabra quiero. Algo que nos diga. Nos nombre.
Porque así, así como ahora, ya no más, aburre, pesa una rutina que no busco.
-y sin embargo cuando estás, estremezco, y desbordo de ganas de tocarte-
Y después, la extrañeza. Esto de que digo tu nombre y no lo conozco.
No sé quien sos. Cómo llegaste a mi cama.
-Quién sos. Quién te nombra, además de mi-
Si te quiero querer. O sólo es esto que es.
Y sin embargo, me zumbás en los oídos, te tengo impregnado en los ojos.
Te llevo conmigo en este solsticio de verano.
Más allá de que seas un extraño presente entre estas sábanas.
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