S/T |
Lo hermoso es
la nocturnidad de tus ojos profundos que miran. Y me ven, inexplicablemente,
como si entendieran que todo es nuevo y asombroso y tengo miedo. Lo hermoso es
que pueda quererte así, sin necesidad de decir tanto y hacer más.
Qué bueno tu
abrazo y el mío, fundidos.
Qué bueno
este tiempo, voraz y hermoso, que nos permite crecer con algunas palabras, con
encuentros, bocas que salvan, sonrisas, abrazos, ojos que ven, silencios.
Esta pena,
una cosa buena. Y la felicidad, también. Encuentro mis rincones ahí. Todas las
máscaras que fui. Los espejos rotos que no supieron devolverme la mirada. Ahí
están, las puedo contar, todas las veces que me quedé callada, que no supe
nombrar/contestar/llamar. Y salí corriendo, muerta de miedo. Ojalá el tiempo me
redima por lo que no pude decir. Lo bueno es que ahora todo resuena a viva voz,
con la garganta fresca y nueva, por fin.
Qué cosa
buena la palabra. Y nosotros, siendo(nos).
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