a veces tengo la sensación de que esos huecos están porque hay un sentimiento solapado, inconsciente, de que dos no es suficiente, que no puede serlo nunca. y me agarra esta inseguridad y esta tristeza, la verdad, porque no sé si quiero algo más que eso: el abrazo compañero, ver el mundo, y no mucho más.
a veces, también, veo amores que me vuelan las pestañas. he visto pocos, tengo que ser honesta. pero cuando los veo, quiero abrazarlos, y contagiarme un poco de eso que tienen ahí adentro, en el medio del pecho, que los hace sonreír tanto. los envidio un poco, claro, porque andan brillando por la vida, tan hermosamente, tan libres de la mirada ajena. esta natalia mía, la oscura, a veces no los banca mucho. y esa misma natalia a veces siente que la miran todo el tiempo, y lo cierto es que no es nada lindo. una vez soñé que me sacaba ojitos que tenía incrustados en la piel. sí, así de horrible. pero después de sacármelos me sentaba en un balcón que ya no tengo a tomar una cerveza y mirar el cielo, la luna estaba enorme en ese sueño.
a veces, la mayoría de ellas, comprendo que el amor de los otros es incomprensible en realidad. porque yo soy yo, y amo de una forma, esta forma, y los otros son otros que aman a su manera. y eso me tranquiliza, me da la paz del mar, de cerrar los ojos y abrir el cuero al viento, y andar, seguir andando, que es lo único que vale el tiempo pequeño que tenemos en el mundo.
Afinando, de Turcios |
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