Cuando
estoy por dormir, en ese umbral extraño entre la conciencia y el limbo, Nora me
mira con sus hermosos faroles verdes. Me sonríe con una sonrisa que me abraza
el alma. Y después me da la mano. Siempre me da la mano. Nora habita mis sueños
desde hace casi diez años. La llevo en mi dedo índice, todos los días, en
agradecimiento por su compañía, aunque no esté acá. Pienso que la Cruz del Sur, allá arriba,
está habitada por los ojos de Nora. Los verdes ojos de la mujer más bella que
conocí. Y que hoy extraño, infinitamente.
♣ Palabreando hasta las cenizas. Revolviendo el viento, desde la piel al aire. Y ViceVersa ♣
14 de agosto de 2013
3 de agosto de 2013
Nudos.
No sé qué
será de nosotros. A mí todavía me arden tus ojos cuando me dijeron te quiero la
otra noche y me dejaron muda de amor; de palabras no, porque ante los nervios
hablo y hablo y hablo. Todavía me arde el abrazo que dejaste enredado en la
cama, y las ganas de hacernos nuditos los domingos y que no existan los relojes
alarmas que atropellan el amor con la rutina. Tengo esta memoria gigante de la
noche, toda la noche, que fue otro país entre tu cuerpo, cuando nos habitamos
entre risas y sexo y vino y chocolates. Aún siento tu vocecita, fresca,
anunciándome al oído la mañana nueva que se asomaba a la ventana. Es de noche
todavía, te dije. Y pusiste la pava al fuego y me abrazaste con el cuerpo y la
boca y esos ojos que me dejan temblando. Sí, dijiste, es de noche. Y bajamos, después, escalón por escalón, hasta
el viento del lunes, a patear las horitas, vestidos y desanudados.
1 de agosto de 2013
Mujeres.
Tengo esta
genealogía llena de mujeres hermosas. Me han hecho ellas, las mujeres del
mundo.
Han lavado mis manos, mi cara. Me han llenado de caricias y besos. Me han abrazado inmensamente, hasta el fondo del alma.
Han lavado mis manos, mi cara. Me han llenado de caricias y besos. Me han abrazado inmensamente, hasta el fondo del alma.
Soy gracias
al amor de mi madre y mis abuelas.
Ellas son el
principio de mi camino. Ellas, mi árbol. Y la paciencia del aquelarre que me
nombra parte de una trama que cuenta historias de hijos y de tiempos que ya no
son y de hombres que fueron. En esas esquinas en las que crezco, llenas de
mujeres, hallo a los hombres que amo.
Los hombres de este tiempo, que crecen conmigo. Mis hermanos y amigos. Y mis amores hermosos.
Los hombres de este tiempo, que crecen conmigo. Mis hermanos y amigos. Y mis amores hermosos.
![]() |
S/T - Andrea Lértora |
Feliz día, Pacha.
21 de julio de 2013
Poesía de café.
Puedo estar
triste, claro. Y también tener unas ganas voraces de hacer el amor.
Miro mi
talón izquierdo, que no es de Aquiles, sino de Natalia.
Pienso que
no quiero hacer poesía de café. Ni parir hijos que no quiera tener. Ni ser
agnóstica por las dudas, si dios no existe.
A veces
quiero salir en pelotas y burlarme de los corpiños.
Hacer
poesía así, con el pechito desnudo y unos kilos demás.
Cagarme de
risa, mucho. Caminar la vida a carcajada limpia.
Estar un
poco loca, también. Desnudamente cuerda y sanamente loca. Ser feliz.
Estrepitosamente
feliz, contra todos los pronósticos.
20 de julio de 2013
Tipos.
Soy de esas privilegiadas que tienen amigos. Y no pocos. Y de todos los tipos.
Los de sangre. Los de siempre. Los de "de vez en cuando". Los de "cada muerte de obispo".
Los confidentes. Los loquitos. Los sanos. Los coherentes. Los amorosos. Los racionales.
Los abrazadores. Los militantes. Los ni fu ni fa. Los humoristas. Los besuqueiros. Los fiesteros. Los literatos. Lor ordenados. Los profesores. Los kilomberos. Los organizadores. Los colgados. Los fumados. Los sinceros.
Los hermanos y hermanas que elegí. Y que esta vida hermosa me fue poniendo en el camino.
Más allá del marketing y de la cosa construida para que compremos, celebro que andemos festejando la amistad: uno de los pocos amores que elegimos por nosotros mismos.
Que siempre haya amistad, les deseo, de la sincera, la profunda, la incorruptible. Y que siempre haya un abrazo cerca, para celebrarla.
Los de sangre. Los de siempre. Los de "de vez en cuando". Los de "cada muerte de obispo".
Los confidentes. Los loquitos. Los sanos. Los coherentes. Los amorosos. Los racionales.
Los abrazadores. Los militantes. Los ni fu ni fa. Los humoristas. Los besuqueiros. Los fiesteros. Los literatos. Lor ordenados. Los profesores. Los kilomberos. Los organizadores. Los colgados. Los fumados. Los sinceros.
Los hermanos y hermanas que elegí. Y que esta vida hermosa me fue poniendo en el camino.
Más allá del marketing y de la cosa construida para que compremos, celebro que andemos festejando la amistad: uno de los pocos amores que elegimos por nosotros mismos.
Que siempre haya amistad, les deseo, de la sincera, la profunda, la incorruptible. Y que siempre haya un abrazo cerca, para celebrarla.
¡Feliz Día!
6 de julio de 2013
Eso.
Pienso que
esas miradas que él me da son, efectivamente, para mí.
Y las
palabras que dice también son para mí.
Y algunos
silencios.
Y las
caricias.
Y el abrazo
profundo, hermoso.
Algo tan
ensordecedor como eso.
19 de junio de 2013
27.
Veintisiete años les cumplo hoy. Edad impar en año impar. No
sé si tiene importancia, pero me gusta que así sea. Como me gusta que haya
gentes hermosas cerca, abrazándome.
Hoy tengo veintisiete. No es que sea una gran novedad, pero
es la mía. Dos personas se embarazaron de mí nueve meses antes de un día como hoy, hace veintisiete
otoños, y la verdad se los agradezco, porque me gusta mucho ser yo. Sí, ando
con el ego hinchadito, hasta me doy cuenta y todo. Pero hoy tengo licencia para
eso, no?
Y además crecí. Y sané. Y soy feliz, contra todos los
pronósticos.
Quedan cosas por hacer, tantas.
Toda una vida enterita tendida a los pies.
Y sin embargo, tengo esta memoria de hace muchos años.
Ya le puedo decir a algún amigo: "hace más de una década que nos conocemos". Sí, suena a
vejez. Pero a mi me gusta.
Tengo la sensación de que acumulé pliegues en la piel,
memorias, arruguitas, cicatrices, personas, amores, rollos, miopías y un libro
mío –todo mío-.
Sé que ya no me cuestan tanto algunas cosas. Aprendí a
nombrar. A soltar. A caminar pausadito.
Sé que ya no soy una adolescente –costó comprenderlo, costó-.
Un signo de madurez, supongo.
Sé que no quiero “aspirar a una vida mejor”. Me cago en los
que te enchufan recetas para la “vida ideal, el progreso, el perrito, los
hijitos”. Dejame nomás con esta vida mía, estrepitosa, a veces poco saludable,
frenética, tranquila, falible y hermosísima. La que me hago pasito a paso. Y la
que me descubre puta o monja, según el clima, pero nunca, jamás, señora de.
Sé que el mundo no es tan grande, tampoco. Encontré rincones
que adoro.
Sé que amar no es tan difícil ni traumático ni complicado
como suponía.
Sé que vivir sola es la mejor decisión que tomé en mucho
tiempo. Mi casita es mi cueva y mi mundo. El espacio que construyo adentro, y
afuera.
Veintisiete es el número de la celebración. Ya pasé el
tiempo en el que tenía la misma cantidad de años que de dedos. Eso es algo
importante. Y no me había dado cuenta de ese detalle hasta ahora. Mirá qué loco, tengo más años que dedos.
Supongo que los veintisiete también llegan con una cantidad incontable de
reflexiones pelotudas.
Sobreviví al apocalipsis preanunciado, a los agoreros de
caca permanente, a los aconsejadores compulsivos, a momentos de mierda, a los
señaladores de defectos, a tipitos que no me quisieron, a la santísima
facultad, a dios, a cuatro o cinco trabajos, a la familia unita.
No sé cómo soy, esa es la pura verdad. Y es lo que más me
gusta de cumplir años.
Que cambio. Y me contradigo. Y crezco, claro.
Sí sé que me encontré varias veces conmigo. Y eso bien vale
la pena celebrarlo.
7 de junio de 2013
Sanar II.
Acá adentro
hay cosas podridas, que ya no pueden ser más. Y abrir las ventanas ya no es
suficiente.
Hay que
tirar la basura de adentro. Juntarla, todita, desmenuzarla, clasificarla. Y arrojarla
al río.
Lagrimear un poco por eso que fue y ya no es más.
Que la pena
recorra el cuerpo, un rato.
Que las
basuritas se hagan camalote y después, más adelante, espuma de mar.
Yo me
quiero quedar con el espacio vacío, lleno de nada, clarito como el agua, purificador.
Escuchar el
silencio de ese espacio mío, ver correr la soledad del momento.
Y esperar que llegue lo que sea que tenga que
llegar.![]() |
El comienzo, de Virginia Palomeque. |
2 de junio de 2013
27 de mayo de 2013
25.
El otro día
cantamos. Un pueblo todojunto
cantando. Y bailando. Y siendo feliz, en la primera plaza del país. Desde hace
diez años, somos felices ahí. Nadie nos caga a palos. Nadie nos echa. Tenemos
el privilegio de vivir en este país, que hace fiesta en sus plazas y se llena
de pueblo y de un amor enorme, abrazador, hermoso.
Decíamos hace dos noches: pocas veces vamos a poder decir que bailamos canciones de Charly o de
Fito en la Plaza
de Mayo. Cuánta felicidad. Qué ganas de abrazar inmensamente a la compañera
Presidenta, y decirle todo lo que la queremos, la admiramos. Por suerte, lo
sabe. Lo sabe perfectamente.
El amor al
pueblo, del pueblo. Es eso.
¿Dónde
estaban los que piden palos? ¿Los que se llenan la boca de odio y escupen: “acá
ya no se puede vivir”? Qué tristes deben ser esas vidas, que no pueden sentir
este amor con el pueblo, tan
distinto, tan hermosamente único y diferente a todos los otros amores.
Fue una fiesta el 25. Un carnaval hermoso, repleto de abrazos con compañeros y compañeras desconocidos, pero que sienten el mismo amor con el pueblo, y porque era el día de la
Patria , y a la
Patria se la celebra y se la festeja y se le grita ¡Viva la Patria ! en todo momento,
para acariciarla. Y también, porque hace diez años el Flaco, ese compañero gigante, entró
a jurar su mandato presidencial para cambiar el rumbo de nuestra historia. Sin
dejar afuera de la Casa
de la Patria
sus convicciones e ideales. Así dijo. Y así fue.
Setecientas mil personas bailando, siendo felices, juntas y en
paz, podemos dar fe de eso diez años después.
Fotos de: Equipo de Prensa CFK
17 de mayo de 2013
Bondades.
![]() |
S/T |
Lo hermoso es
la nocturnidad de tus ojos profundos que miran. Y me ven, inexplicablemente,
como si entendieran que todo es nuevo y asombroso y tengo miedo. Lo hermoso es
que pueda quererte así, sin necesidad de decir tanto y hacer más.
Qué bueno tu
abrazo y el mío, fundidos.
Qué bueno
este tiempo, voraz y hermoso, que nos permite crecer con algunas palabras, con
encuentros, bocas que salvan, sonrisas, abrazos, ojos que ven, silencios.
Esta pena,
una cosa buena. Y la felicidad, también. Encuentro mis rincones ahí. Todas las
máscaras que fui. Los espejos rotos que no supieron devolverme la mirada. Ahí
están, las puedo contar, todas las veces que me quedé callada, que no supe
nombrar/contestar/llamar. Y salí corriendo, muerta de miedo. Ojalá el tiempo me
redima por lo que no pude decir. Lo bueno es que ahora todo resuena a viva voz,
con la garganta fresca y nueva, por fin.
Qué cosa
buena la palabra. Y nosotros, siendo(nos).
9 de mayo de 2013
Extrañeza II.
Te extraño,
hoy. Quizás, andamos a destiempo por estos días.
Yo, por
ejemplo, esta noche me voy a dejar invadir por unas tristezas, extrañas, que no
son mías. Unas negruras ajenas que merodean en los bordes de las ventanas.
Esta noche
las voy a dejar pasar. Que entren, que habiten, que hagan ronda alrededor del
cuerpo.
Mañana las
exhalo. Las exilio. Las sano. Mañana se van a ir con el primer rayito de sol.
Hoy,
además, te extraño. Con las manos y los ojos, te extraño. Quizás, andamos desencontrados,
caminando en esquinas que no son las nuestras, a destiempo, destemplados.
Por suerte, siempre puede ser tiempo de reencuentro.
Te espero, entonces, a la vera de un buen vino cualquiera de estos días, compañero.
7 de mayo de 2013
Sanar.
Cada vez
estoy más convencida de que todo tiene que ver con el amor. Curarse también.
Sanarse del tiempo, implacable, que dejó un montón de tajos abiertos.
Curarse
de la culpa, la maldita culpa. Curarse del decir cuando no hay necesidad de
decir nada.
Sanarse de todas las ausencias. De los nombres que nos hacen
mierda.
Es hora de arriesgarse hermosamente, emprender el
camino, sanar con amor, vivir esta vida, viaje infinito. Y aprender a decir lo
nunca antes dicho. ![]() |
And in that moment, I swear, we were infinite -The perks of being a wallflower- |
29 de abril de 2013
Salado II.
Hace algunos días un amigo con el que solía convivir me
devolvió unas fotos familiares que se traspapelaron en la mudanza. En una de
esas fotos estoy, pequeñísima, con mi perra La
Negra. Mi abuela paterna Nilia, la Chiche ,
que hacía la comida más exquisita que jamás voy a volver a probar, era la dueña
de esa foto. La tenía en su casita del barrio Pompeya, al norte bien norte de
Santa Fe. La abuela no tenía muchas fotos, sólo las importantes. Las de su
casamiento, las de su mamá -mi bisabuela Aurelia, o Chocha, para la familia-, las de su papá -el bisabuelo Numa-, las
de su único hijo cuando era chiquito y orejón –mi viejo, que sigue siendo ambas
cosas-. Y las fotos de sus nietos. De esas tenía varias. Mi mamá le había
regalado bastantes, para que la abuela no se quedara sin fotos nuestras.
Hace diez años la abuela se inundó. No llegó el Salado a su
casa, pero sí el agua de lluvia, que tapó las calles, las veredas, entró en las
casas y se quedó por varios días.
Apenas pudimos, sacamos a la abuela de ahí, hasta que bajara
el agua. Estábamos lejos. Me acuerdo de la sensación de no poder salir de casa,
de no poder ir a verla. Un dolor intenso y nuevo, que no conocía. Lo mismo con la Claudi , la mujer que nos
cuidó (nos cuida) desde que me acuerdo. Ella estaba en Barranquitas. El Salado
le llevó todo, todo. Hasta un tapial, creo, y muchas de sus mascotas. Lo mismo
con mi viejo, en Barrio Alfonso. Ahí sí que llegó el Salado y ¡cómo! Azotó la
casa y tuvieron que bajar del techo a mi hermanito de meses en un bolso de
viaje hasta la canoa que los sacó de ahí, de la mierda marrón
–¡¡Cuidado que en el bolso está mi hijo!!-
gritó Alejandra, la esposa de mi papá.
Hoy es una anécdota familiar. Lo mismo
mis tíos y primos. A Centenario llegó el Salado y rompió el techo de la casa,
el gato se fugó para siempre, y la mugre quedó por días y días y días. Mis
tíos, que son sordomudos, se despertaron sorprendidos por el agua en medio de
la noche. No imagino el miedo, no puedo.
Lo más terrible fueron las fotos. Después de los llantos, de
los abrazos, de agradecer por estar vivos, de putear hasta quedarnos sin
aliento, de gritar, de patalear, de marchar, de limpiar la mierda, de putear,
putear y putear, lo que faltaba eran las fotos. No quedaban fotos de mis primos
cuando eran chiquitos. Se perdieron fotos de mi hermanito Fabrizio, recién
nacido. Varias de mi papá cuando era chico. Algunas de mis hermanos y yo.
Meses después, ese mismo año, perdí mis amígdalas, mi
virginidad, mi novio. Y la perdí a mi abuela Nora, la abuela materna de los
hermosos faroles verdes. Ella no se inundó, su hijo sí –mi tío-. Y eso la
carcomió. El Salado la mató, sin dudas.
Ahora, diez años después, pienso que no pasó el tiempo. Que fue ayer. Ayer estaba en quinto año de la secundaria, despertándome de la siesta, sorprendida por la violencia de lo que se podría haber evitado. Son diez años condensados en un cúmulo de memorias que pueden contarse con los
dedos de la mano. Y la memoria más feroz y más terrible es la de ese 2003. La
del Salado. Es curioso que ahora viva en una ciudad donde el río me significa
cosas tan diferentes, tan cercanas a la hermosura. Y hace algunos días mi amigo
me dio esa foto en que estoy en el patio de una de las casas en las que viví
cuando era chica con mi perra 25 de abril de 2013
Salado I.
Dormía la
siesta. Hubo algunos gritos. De repente estaba metida hasta la cintura en la
mugre del río desbarrancado, de todo el río que se había metido en mi ciudad,
en mi barrio, en la casa de mi viejo, de mi tío, de mi abuela, de varios amigos.
Agua de mierda, pensé. Agua marrón, agua de mierda, llena de mierda y de bichos. Asqueroso criadero de bichos. Repugnante inmundicia marrón.
Agua de mierda, pensé. Agua marrón, agua de mierda, llena de mierda y de bichos. Asqueroso criadero de bichos. Repugnante inmundicia marrón.
Después conseguir
pan. Y velas. Y cagarse a puteadas con el almacenero y el supermercadista y la señora de la rotisería que remarcaban los precios en medio del kilombo y la tristeza y la muerte. Y pasar la primera noche. Jamás tuve tanto miedo. Me acuerdo de abrazar
a mis hermanos. Abrir los ojos como nunca y abrazarlos.
Tiros.
Gritos.
Agua.
Tres o
cuatro días así. Con los ovarios en la boca. Viviendo de la radio. LT10 y LT9 eran la comunicación con el mundo, con ese afuera que parecía tan lejos. Tuvimos un poco
de hambre. Mucho sueño. La pasábamos subiendo las cosas a ladrillos o al primer piso o donde se pudiera. Me acuerdo de mi vieja rescatando la cristalería familiar heredada desde hacía años y años, diciendo -Si nos inundamos y nos quedamos sin nada, vendemos las copas. Las vendemos y a la mierda- .
Volaban los helicópteros, todo el día y toda la noche. Volaban tiros en el barrio. Cada noche, sonaba el estruendo de las bombas detonando la base del río, para que baje. Una, dos, tres, cuatro, cinco
bombas conté. Me acuerdo de los vidrios de mi casa a punto de colapsar y las paredes retumbando, flojas.
Un
miércoles salió el sol. Era un hermoso miércoles. No llovía. Ni nubes había. Ahora, a buscar a los que perdimos. De los que no sabíamos nada. El río
se nos metió adentro. Teníamos que nombrar. Llamar. Buscar. Había tanta gente en las calles. Durmiendo en Avenida Freyre. Sin nada. Gente sola, solísima y triste.
Abrazar,
abrazar, abrazar. Se convirtió en cotidiano, en necesario. Y después, en costumbre, claro. Si no te veo
más, acá está mi abrazo. Y si te veo siempre, te abrazo porque necesito decirte
que te quiero o que gracias o qué suerte que estás.
Ayudar,
como se pudiera.
Limpiar la
mierda.
Servir
comida.
Juntar
ropa.
Barrer.
Sentir este
odio tan profundo por los hijosdeputa que dejaron entrar el río en mi ciudad y
mataron tanta gente y se cagaron en la vida.
Las
crucecitas en la plaza son nuestros muertos. Pero también son las casas
perdidas. Las fotos de los hijos. Los muebles. Los útiles de la escuela. Los
libros.
Los
hijosdeputa siguen sueltos. Reutemann. Balbarrey. Todas esas lacras. Tarde o temprano la justicia los va a condenar,
como corresponde.
Mientras
tanto, hubo que armar de nuevo.
Revolver la
mugre. Tirar. Construir.
Volver al
primer miércoles de sol, después de la mugre marrón.
Todavía hoy, diez años después.![]() |
Foto de Periódico Pausa |
23 de abril de 2013
Respiro.
Darle aire al tiempo
para que la boca no se canse
de barajar rutinas y ciclos
que no busca, la pobre.
Darle aire.
Un respiro a los ojos
para renovar las alas y el deseo
Al fin y al cabo
todo
necesita respirar.
![]() |
...azul es tu soledad, ámbar es la bruma de tu alma... - Flaco Spinetta - Bahía Final Dibujo: Gabi Rubi |
20 de abril de 2013
Habana.
Muero de ganas de escribir poemas en La Habana. E inventar un mundo de palabras y guerrilla.
Quiero ser una novia del Che, cualquier novia del Che, en Santa Clara, ardiendo de amor y revolución.
Hacerle muchos hijos que se llamen Ernestos y Fideles y Emilianos.
Y gritar Hasta la Victoria inclusive cuando voy a comprar el pan.
Quiero llevar una carabina capaz de asesinar antipatrias cipayos gorilas.
Y sin embargo, escribir poemas de amor en La Habana.
"Vienes quemando la brisa, con soles de primavera, para plantar la bandera con la luz de tu sonrisa".
12 de abril de 2013
Crecer.
![]() |
El Principito - Antoine de Saint-Exupéry |
Creo que la gente crece para adelante.
Lo de arriba y abajo es una mentira inventada por
este mundo consumista y bipolar que ve altos y petisos, blancos y negros,
pobres y ricos.
Crecemos como podemos. Caminando. Hacia adelante. Dar pasos en falso y retroceder, es
inevitable. Crecer cuesta un montón de vida y duele. Y es hermoso y contradictorio, como todo lo que vale la pena.
La mayoría
de las veces, por suerte, hay gente que nos da la mano. O que nos la suelta cuando ya es necesario. Vamos aprendiendo así, accidentadamente, que estamos hechos de sueños y errores, estrellas, paradojas, ventanas y papeles. Cuesta no perder la capacidad de asombro, las ganas de cambiar el mundo, mirar todo como si fuera la primera vez, con ojos de niño. Crecer para adelante sabiendo mirar para arriba, con las ganas intactas de aprender a volar, porque lo imposible sólo está en nuestra cabeza.
Caminar con
ganas, como nos sale, con amor, con abrazos, es la mejor manera que conozco de
ser feliz.
8 de abril de 2013
quiero III
te mido la boca, los rincones, el abrazo estremecedor.
quiero nadar en tus ojos todas las noches.
-todas las noches-
te quiero amanecer.
salir con gusto a vos a la mañana.
encontrarte, de repente, impregnado en mi ropa, en el
viento, los ojos
te llevaría con gusto.
esas pequeñeces confirmarían que estás siendo conmigo
esas pequeñeces confirmarían que estás siendo conmigo
![]() |
"El beso", de Gustav Klimt (en un muro de Siria) |
4 de abril de 2013
Pena.
Sonó un ruido seco. En algún lado estaba rompiendo algo, o varias cosas, que habían permanecido intactas por muchos años -duele como la putamadre-. Volvió a sonar. Algo así como una rama que se parte o las hojitas que pisamos al caminar -porque mis felicidades más lindas y mis tristezas más terribles, siempre tienen que ver con el otoño-. Es increíble que ya haya llegado abril. Este abril que siempre es muchos abriles. Un solo abril a mil, que me asesina me grita me estremece, pero me arde, me libera.
Silbé un tanguito por lo bajo. Lo sigo haciendo, ahora mismo. Pienso que el tango embellece la pena, cuando ya se la puede nombrar. Y pienso que todo puede ser un poco más bello, incluida la pena ésta, que me invade a veces. Si la música hace todo más lindo, la tristeza también debe tener sus compases. Yo pienso que esta pena mía, la del ruido seco que suena acá adentro, es un dos por cuatro. Y escucho postales del alma allá a lo lejos, y pienso qué hermoso que estos tipos hayan escrito esta música en el país que habito, y me alimenten el alma así, de esta manera tan crucial y necesaria.
En fin, la pena. El ruido seco. Tengo que invitarlos a pasar, de una buena vez por todas. Sí.
Que lloren conmigo estas cosas que no digo, y ya no quiero no decir.
Que vengan acá al lado mío, para empezar a nombrar.
Que lloren conmigo estas cosas que no digo, y ya no quiero no decir.
Que vengan acá al lado mío, para empezar a nombrar.
Silbé las letras y a mi guitarra
el encordado se le enlutó.
Hoy canto algunas cantando aquellas
Canto por nadie, canto por vos.
Postales mías del alma viva
fotografiando lo que yo soy.
Letra: Adrián Abonizio
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